Déjame hablarte de Adrien-Hazem, un joven fotógrafo de origen tunecino que empezó a fotografiar hace dos años y, francamente, es abrumador.
Al principio llevaba su película a todas partes. Vacaciones, calles, conciertos, capturó todo lo que se movía. Sus amigos, los acontecimientos, la vida. Y cuando empezó a compartirlo en Insta, a la gente le encantó de inmediato. Entonces se dijo “¿por qué no continuar?”.
Adrien-Hazem no fue a la escuela de fotografía ni nada por el estilo. Se entrenó a sí mismo, haciendo abundantes tutoriales. En aquel momento no se encontraba en la mejor forma moral y la fotografía se convirtió en su refugio. En lugar de deprimirse, canalizó su energía allí.
Lo que le motiva es el deseo de dejar huella, de contar su historia. Quiere mostrarle a la gente que incluso cuando eres un musulmán de los barrios de clase trabajadora, con una madre negra tunecina de primera generación en Francia, puedes salir adelante.
En cuanto a la inspiración, a Adrien-Hazem le encanta lo retro. Empezó a seguir a fotógrafos como @gunnerstahl.us, @ripmiggs o @cameronxreed & Gunnerstahl.
Pero lo que realmente le apasiona es la fotografía africana, especialmente la fotografía nigeriana. Es fanático de @sarf.bort. Los contrastes, los colores, le hablan. Y ahora también echa un vistazo a lo que se está haciendo en Europa. Le gusta el trabajo de su amiga @aide_dahmani, la creatividad de @marietouillon y el look particular de @francescplanes.
Adrien-Hazem no tiene un proceso creativo bien definido. Funciona por instinto.
Es genial, pero dificulta las cosas cuando tienes que planificar sesiones fotográficas o crear paneles de estado de ánimo. En cuanto tiene una idea, la pone en práctica y punto.
Toma muchas fotografías de eventos, incluso si odia que lo pongan allí. Le encanta la adrenalina, el estrés que trae. Tienes que ser inteligente, domesticar tu entorno. Por otro lado, las fotos nocturnas le estresan mucho.
Para Adrien-Hazem, todo puede ser arte si sigues tu corazón y tus deseos.
Hoy está empezando su carrera y le va bastante bien. Pero nunca intentó adelantarse o “abrirse paso”. La fotografía era un juego, un pasatiempo, un refugio. Es este amor que pone en su trabajo lo que hace que la gente hable de sus fotografías. Al final siempre gana la pasión.
Francamente, Adrien-Hazem lo entendió todo. Hace lo que ama, cuenta su historia, inspira a la gente. Ese es el verdadero éxito. Así que si te gusta la fotografía y quieres ver algo real, algo auténtico, echa un vistazo a su trabajo. No te arrepentirás.