Boyan Slat, un joven ingeniero holandés, tenía apenas 18 años cuando lanzó en 2013 su loca apuesta: limpiar los océanos de los plásticos que los invaden. Hoy, The Ocean Cleanup destaca como uno de los proyectos más emblemáticos en la lucha contra la contaminación marina. Un proyecto donde se mezclan innovación y esperanza, pero también un inmenso desafío a la altura de los océanos, donde cada kilogramo de plástico retirado parece insuficiente frente a las toneladas de residuos que se vierten cada día.
Una iniciativa espectacular, pero ¿es suficiente?
Con sus barreras flotantes, The Ocean Cleanup fue el primero en golpear fuerte. Un concepto innovador, basado en barreras que capturan los residuos superficiales arrastrados por las corrientes. Su emblemático dispositivo, el “Sistema 03”, desplegado en septiembre de 2023 en el vórtice del Pacífico Norte, tiene como objetivo reducir una de las mayores pilas de plástico del mundo. Pero las cifras son contundentes: alrededor de 500 toneladas de residuos recuperadas, apenas el 0,5% de las 80.000 toneladas estimadas en esta gigantesca “sopa” de plástico.
Para Boyan Slat, el sueño no termina ahí. Con diez sistemas funcionando continuamente, espera limpiar hasta el 80% de este vórtice en diez años. Pero para otros, como Isabelle Poitou, bióloga marina, el problema básico sigue siendo el mismo. “Limpiar el océano sin reducir el flujo de plásticos que fluye hacia él es como intentar vaciar el océano con una cuchara”, bromea. Y, sin embargo, la visión de The Ocean Cleanup ha abierto los ojos del mundo a la urgencia de actuar, incluso si la solución aún está lejos de ser perfecta.
Los límites de una pelea en medio del océano
Los críticos señalan la sobreoferta de dispositivos tecnológicos costosos, a menudo alejados de las principales fuentes de contaminación. “Casi el 80% de los plásticos del océano proceden de la tierra”, recuerda Isabelle Poitou. Para estos detractores, sería más pertinente concentrar los esfuerzos en las desembocaduras de los ríos y en las zonas costeras, donde los residuos todavía tienen posibilidades de ser interceptados antes de ser esparcidos en el mar. En este sentido, The Ocean Cleanup ha diversificado sus iniciativas, instalando la recogida. sistemas en Jamaica, Guatemala e Indonesia para tratar los plásticos en origen.
Pero para Boyan Slat, también hay que pensar a largo plazo. Porque una vez en el agua, los plásticos grandes se fragmentan en micro y luego nanoplásticos, un desafío aún más insidioso para los océanos y la salud humana. “Se trata de grandes residuos que no se convertirán en microplásticos”, insiste Laurent Lebreton, director científico de The Ocean Cleanup. Estos microplásticos, invisibles a simple vista, entran en la cadena alimentaria y plantean problemas de salud pública, complicando las labores de limpieza.
La era del plástico: entre la esperanza y el fatalismo
Entonces, ¿The Ocean Cleanup es una solución o una gota en el océano? Según François Galgani, oceanógrafo del Ifremer, “las tecnologías avanzan y cada acción cuenta”. Pero también pide una “reducción masiva” de la producción de plástico. En 2060, sin cambios, la producción mundial de plástico podría triplicarse, según la OCDE. Por eso muchas ONG denuncian el “greenwashing” de las grandes empresas que, al tiempo que elogian sus programas de reciclaje, siguen produciendo plástico virgen.
Ante este futuro incierto, Boyan Slat encarna la esperanza, pero también la complejidad de la tarea. Como Simon Bernard, fundador de Plastic Odyssey, algunos creen en soluciones más locales y sostenibles. Su barco laboratorio, por ejemplo, tiene como objetivo concienciar y equipar a las comunidades locales para que reciclen el plástico in situ. Quizás sea una gota en el océano, pero cada acción cuenta cuando se trata de luchar contra esta “era del plástico” que nuestra sociedad aún tiene que aprender a dominar.
La limpieza de los océanos por sí sola probablemente no resolverá la crisis de los plásticos. Pero cada tonelada eliminada es un paso más hacia unos océanos donde la vida, y no el plástico, ocupa su pleno lugar.
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