En el tan publicitado mundo de la NBA, el estilo de los jugadores es casi tan importante como su desempeño en la cancha. El “tunnel fit”, ese paso obligado donde las estrellas del baloncesto se presentan con atuendos cuidadosamente seleccionados antes de cada partido, se ha convertido en un verdadero desfile de moda. Shai Gilgeous-Alexander, Jordan Clarkson, Jerami Grant: todos muestran looks que llaman la atención, piezas únicas con composiciones atrevidas. Kyle Kuzma también destacó en este ejercicio. Pero hoy decide pasar página.
Para qué ? La respuesta es simple: Kuzma se cansa. En una entrevista para Vogue, no oculta su desinterés por esta escena que se ha convertido, según él, en un teatro puramente comercial. "El túnel solía ser una forma de expresarse realmente, pero ahora todo está muy monetizado y comercializado", dice. "La gente tiene estilistas, compra ropa para una sola vez o recibe piezas enviadas por marcas". Kuzma no se anda con rodeos. Para él, la individualidad y la creatividad quedaron ahogadas en esta corriente interminable de colaboraciones patrocinadas y presiones por una originalidad forzada. ¿Pero estamos realmente sorprendidos?
En una época en la que cada detalle de las figuras públicas es escudriñado, analizado y monetizado, resulta difícil distinguir la espontaneidad de la puesta en escena. Kuzma hace una pregunta inquietante: "¿Dónde está la autenticidad en todo esto?" Este movimiento recuerda al de influencers y famosos que, saturados por la “carrera por la imagen”, optan por volver a bases más sobrias. En un mundo donde todo es branding, donde incluso la aparente simplicidad está meticulosamente calculada, su elección aparece casi como un acto de rebelión.
Y, sin embargo, algunos se preguntan si esta actitud no esconde un cansancio ante la presión social. Para los jóvenes jugadores de la NBA, la obligación de vestir ropa diferente para cada partido, de lucir looks cada vez más llamativos, rápidamente se vuelve agotadora. Kuzma lo sabe bien. "Cuando eres joven, no quieres usar lo mismo dos veces", explica. "Le animamos a comprar, renovar, acumular para destacar". Parece banal, pero esta presión refleja un problema mucho más amplio: el de la imagen, de la necesidad de “venderse” constantemente. ¿Cómo puedes mantenerte concentrado en el juego cuando cada movimiento se convierte en un espectáculo?
Otros equipos también han decidido tomar postura. Hansi Flick, el entrenador del FC Barcelona, exigía a sus jugadores que vistieran los colores del club cada vez que entraban al vestuario. Un gesto que busca reafirmar los valores de la unidad y evitar las distracciones que resultan del exceso de vestimenta. En el deporte, ¿la vestimenta puede seguir siendo secundaria? ¿O está condenada a estar en el centro de los debates?
Al tomar esta decisión, Kuzma está desafiando una de las normas más arraigadas en la cultura actual de la NBA. Esta elección resuena como una invitación a reflexionar: ¿qué es el estilo cuando deja de ser una forma de expresión personal para convertirse en un simple vector de imagen? Quizás veamos a otros jugadores seguir este camino. O tal vez el “ajuste de túnel” evolucione y encuentre un nuevo equilibrio entre autenticidad y rendimiento.
Para qué ? La respuesta es simple: Kuzma se cansa. En una entrevista para Vogue, no oculta su desinterés por esta escena que se ha convertido, según él, en un teatro puramente comercial. "El túnel solía ser una forma de expresarse realmente, pero ahora todo está muy monetizado y comercializado", dice. "La gente tiene estilistas, compra ropa para una sola vez o recibe piezas enviadas por marcas". Kuzma no se anda con rodeos. Para él, la individualidad y la creatividad quedaron ahogadas en esta corriente interminable de colaboraciones patrocinadas y presiones por una originalidad forzada. ¿Pero estamos realmente sorprendidos?
En una época en la que cada detalle de las figuras públicas es escudriñado, analizado y monetizado, resulta difícil distinguir la espontaneidad de la puesta en escena. Kuzma hace una pregunta inquietante: "¿Dónde está la autenticidad en todo esto?" Este movimiento recuerda al de influencers y famosos que, saturados por la “carrera por la imagen”, optan por volver a bases más sobrias. En un mundo donde todo es branding, donde incluso la aparente simplicidad está meticulosamente calculada, su elección aparece casi como un acto de rebelión.
Y, sin embargo, algunos se preguntan si esta actitud no esconde un cansancio ante la presión social. Para los jóvenes jugadores de la NBA, la obligación de vestir ropa diferente para cada partido, de lucir looks cada vez más llamativos, rápidamente se vuelve agotadora. Kuzma lo sabe bien. "Cuando eres joven, no quieres usar lo mismo dos veces", explica. "Le animamos a comprar, renovar, acumular para destacar". Parece banal, pero esta presión refleja un problema mucho más amplio: el de la imagen, de la necesidad de “venderse” constantemente. ¿Cómo puedes mantenerte concentrado en el juego cuando cada movimiento se convierte en un espectáculo?
Otros equipos también han decidido tomar postura. Hansi Flick, el entrenador del FC Barcelona, exigía a sus jugadores que vistieran los colores del club cada vez que entraban al vestuario. Un gesto que busca reafirmar los valores de la unidad y evitar las distracciones que resultan del exceso de vestimenta. En el deporte, ¿la vestimenta puede seguir siendo secundaria? ¿O está condenada a estar en el centro de los debates?
Al tomar esta decisión, Kuzma está desafiando una de las normas más arraigadas en la cultura actual de la NBA. Esta elección resuena como una invitación a reflexionar: ¿qué es el estilo cuando deja de ser una forma de expresión personal para convertirse en un simple vector de imagen? Quizás veamos a otros jugadores seguir este camino. O tal vez el “ajuste de túnel” evolucione y encuentre un nuevo equilibrio entre autenticidad y rendimiento.